Atrapar un sueño entre las manos,
mientras el alma sonríe, satisfecha,
retar al tiempo, al presente y al pasado,
sentirte viva en la tormenta.
Pasear despacio, saboreando la arboleda
y la luz que se cuela entre las nubes,
en un diciembre cualquiera.
Respirar, tranquila,
sin ataduras de seda,
y que de igual la tarde o la mañana,
no esperar la primavera.
Y ser tú, sin complejos, sin excusas,
sin peros y sin esperas.
Aquí y ahora, contigo,
vivir, de cualquier manera,
sintiendo el olor a mar,
sintiendo el olor a tierra…
gritando, cuando tú quieras.