Aprendí a leer poemas, en tus ojos,
a escribir entre los minutos que me robabas
mientras me ibas llenando de vida;
aprendí a escuchar la brisa del viento
detrás del huracán de tu melena,
a bailar cuando tus manos se acercaban,
a mirarte casi sin prisa,
a cantarte sin saber la melodía…
Aprendí de ti, que la vida es una habitación desordenada,
con colores por todas partes
y que de nada vale ordenarla si esta detrás tu sonrisa,
aprendí a ponerle a los muñecos zapatos que le estaban pequeños,
a levantarme aunque esté rota,
a no llorar nunca tu lado…
Aprendí a inventar historias con tus palabras,
que las tardes pueden ser largas o cortas
y que siempre valen la pena las mañanas,
aprendí a darte la mano y sentir ese paz infinita que es tenerte,
a sentirme libre si me llamas…
Y, sobre todo, aprendí
que ese yo que está contigo se hace grande cada día en el azul de tu mirada,
y que obligarme a parar tantas veces si estoy contigo me hace ir despacio,
saboreando la vida, impregnada del olor a paz que había olvidado…
Todo eso y mucho más…aprendí.