El camino

Lo había subido cientos de veces, y le encantaba. Aquel camino, aunque un poco estrecho y empinado, miraba al mar. A un horizonte despejado que siempre la llenaba de energía. Pero llevaba tiempo sin recorrerlo, pues Carla no era la misma. Aquella mañana, por azares del destino, sus paseos terminaron en la entrada de aquel camino, y Carla decidió fijar sus pasos hacía el sendero. Pero el camino, que parecía el mismo y que realmente lo era, ya no era el mismo para ella, ahora tenía obstáculos de los que nunca se había percatado así que, cuando empezó, y a lo lejos vio que el camino se estrechaba, decidió retroceder. ¡¡Imposible, ya no puedo pasar por ahí!! – pensó. Así que, cabizbaja, Carla se dio la vuelta y añoró su preciado camino. Y el disfrute de aquel sendero se esfumó ante los ojos de Carla, como se esfuman los sueños que creemos inalcanzables….

Los días pasaron y una tarde, agarrada de otra mano diferente a la suya, Carlo llegó al camino. Lo miró y pasó de largo. ¿Cómo? ¿Ya no subes al camino? – le dijo aquella voz que acompañaba ese día su paseo. No, ya no puedo – contestó Carla. Tonterías…y la mano la agarró con todas sus fuerzas. Sube conmigo. Y Carla subió, y llegó hasta donde el camino se estrechaba, y descubrió que cabía y siguió, y siguió caminando y aquellos obstáculos que había dibujado en su mente, no existían, eran fruto del miedo, del cambio que había experimentado en su vida que le hacía sentirse mas débil. Pero no era así, claro que no era así.

Cuando llegaron, era un día claro y el mar se veía más azul que nunca. Carla miró al lado y abrazó a la persona que la había acompañado. Supo entonces que, a veces, necesitamos que alguien nos empuje, nos de la mano y nos ayudé a subir el sendero. Porque la falta de confianza en nosotros mismos hace que nuestra mente a veces se nuble, y veamos fantasmas donde no los hay. Así que sube el camino, no tengas miedo, y ya pasaremos los obstáculos cuando lleguen 😊

Te contaré

Adora tu inocencia ensimismada con los libros. Adoro el azul de tus ojos reflejado en las portadas. Adoro tus pasos rompiendo el silencio de una biblioteca, y tus manos, toqueteando las historias con las que abrimos las noches… y cerramos los ojos.

Pero ese día, ese día adoraba tu mano atada a la mía con tu libro de princesas en la otra. Yo, con él mío entre las manos, caminaba en silencio, con el aroma a libro nuevo entre las calles y mi sueño en el bolsillo, que ahora era más grande de lo que nunca había soñado, porque estabas tú en él…

Algún día, pensé, te contaré que viviste un sueño conmigo, y que nunca hubiese imaginado una persona mejor para vivir ese momento. Te contaré que los libros que leemos cada noche, te dan alas, que las letras, te hacen libre. Te contaré que la imaginación no tiene límites, y que todo lo que existe fue imaginado primero y que eso, también está en los libros.

Algún día te contaré que fuiste la inspiración de muchas letras y el insomnio que robó otras. Te hablaré de mis sueños para que aprendas a soñar los tuyos, y te diré que algunos pueden cumplirse si te esfuerzas. Algún día, entenderás que en este mundo de magia y fantasía en el que vives con tus libros e historias, está el mío, que en ese preciso lugar he estado siempre, hasta cuando creía que me marchaba.

Pero mientras, mientras ese día llega, seguiremos navegando en este mundo mágico que nos descubren los libros, tu con los tuyos y yo…con los míos. Pero siempre juntas, como las letras.

Ausente

No me fui, pero cuando se esperan cambios importantes, la pluma, a veces, se detiene. Es como si se durmiese un tiempo en el cajón esperando ser empuñada de nuevo con más fuerza.

No me fui, lo sé, porque creí que me había ido muchas veces y siempre estuve. Y estaré, porque ya no sé estar sin ti, porque estás siempre en mi… Esperando. Porque eres ese yo que me hace libre.

No me fui, pero ahora camino más despacio, mirando a las nubes, vislumbrando nuevos horizontes, distraída.

No me fui, pero el calor del verano que se acerca ralentiza el mecanismo.

No me fui, pero de nuevo me escondo tras las flores, a embriagarme de su perfume.

No fui, pero, a veces, es como si la vida se parase y todo parase con ella.

Y aunque no me fui, ahora creo que estoy ausente y tú… en la espera…

La sirena

No estaba acostumbrada a la tranquilidad del mar, a la paz que transmitía el rugir del oleaje. Cuando sus pies tocaron la arena aquella mañana, su cuerpo se perdió para siempre y todos lloraron su ausencia.

Nunca apareció. Pero lo que nadie sabía es que nadaba en el fondo del mar, feliz, libre para siempre.


Un marinero me dijo una tarde que había visto una sirena con sus ojos

Aprendí

 

Aprendí a leer poemas, en tus ojos,
a escribir entre los minutos que me robabas
mientras me ibas llenando de vida;
aprendí a escuchar la brisa del viento
detrás del huracán de tu melena,
a bailar cuando tus manos se acercaban,
a mirarte casi sin prisa,
a cantarte sin saber la melodía…

Aprendí de ti, que la vida es una habitación desordenada,
con colores por todas partes
y que de nada vale ordenarla si esta detrás tu sonrisa,
aprendí a ponerle a los muñecos zapatos que le estaban pequeños,
a levantarme aunque esté rota,
a no llorar nunca tu lado…

Aprendí a inventar historias con tus palabras,
que las tardes pueden ser largas o cortas
y que siempre valen la pena las mañanas,
aprendí a darte la mano y sentir ese paz infinita que es tenerte,
a sentirme libre si me llamas…

Y, sobre todo, aprendí
que ese yo que está contigo se hace grande cada día en el azul de tu mirada,
y que obligarme a parar tantas veces si estoy contigo me hace ir despacio,
saboreando la vida, impregnada del olor a paz que había olvidado…
Todo eso y mucho más…aprendí.

El primer reto

Había elegido la asignatura de Escritura Creativa llena de ilusiones, pero también para intentar obligarse a escribir más a menudo, pues el tiempo le estaba robando los lápices de carbón que con tanto esmero había afilado durante toda su vida. La edad, le estaba robando las ilusiones de un sueño de adolescente que nunca vio la luz: ser escritora. Y aquella tarde estaba allí, esperando recibir órdenes cuando aquel joven de ojos azules entró por la puerta.

No quiero que os presentéis, no quiero aún que digáis nada. Solo coged un papel en blanco y contestad a esta pregunta. ¿Qué es para ti, escribir?

La pregunta, cuya respuesta, aparentemente, debía ser fácil, era más compleja de lo que parecía. Y ella, aun sabiendo que, en cierto modo, escribir es un verbo subjetivo, que no para todos significa lo mismo ni significa lo mismo en cada momento, hizo un intento de describir lo que para era escribir (o al menos lo que para ella era escribir). Y de un papel en blanco salió esto….

 

Escribir es explotar con palabras. Alzar la pluma como bandera. Es un romance con el lenguaje, un pacto con la semántica.

Escribir es la satisfacción de que alguien te lea. Es sonreir con letras y llorar con palabras. Es viajar por las nubes. Es soñar en secreto.

Escribir es dibujar nuevos mundos. Disfrazar el ahora. Persuadir el mañana. Inmortalizar el ayer.

Escribir es regalar esperanzas. Volver cuando estás perdido.

Escribir es soledad, es misterio cada noche. Es reinvertarse, despertar, renacer cada momento.

Escribir, son palabras que se clavan

Escribir es libertad….sobre todo libertad, disfrazada, eso si, de poesía de papel..

 

Cuando entregó su ejercicio, estaba llena de vida de nuevo, deseando empezar su próximo reto. ¿Quizás un poema con una palabra escondida? ¿Rimas marcadas? ¿Versos que empiezan por la misma letra? Si alguien osaba retarla ahora mismo, estaba dispuesta a intentarlo…. ¿alguien se anima? 🙂

Lo que perdimos

En aquel momento tenía un libro siempre en la mano y tiempo para leerlo,
ahora tengo cien libros en el cajón y vivo corriendo…
Por eso antes vivía y ahora malvivo,
por eso antes soñaba y ahora no duermo.

En aquel momento tenía una copa de vino en la mano y un reloj que se paraba,
ahora solo tengo agua, para la urgente sed, y un reloj con las pilas gastadas…
Por eso antes vivía y ahora sobrevivo,
por eso antes reía a carcajadas…

En aquel momento guardé una pluma de más en un joyero,
un libro en blanco y una hoja llena de tachones,
por si algún día olvidaba lo importante…

Lo puse bajo llave, con esmero,
guardé con más esmero aún la llave;
y el otro día quise mi joyero
y, matarile, ¿dónde están las llaves?

 

Colaboración día 25 septiembre en poemame.com

Traéte

Tráete amaneceres a mi ventana,
como los que traen tus ojos
cuando la noche se apaga;

trae lluvia de abril, fresca lluvia de abril
a mis manos,
como la que traen tus dedos
a los míos entrelazados,
como la que moja mi cara
y la despierta del letargo;

trae la brisa de verano al mes de agosto,
a cada día acalorado,
brisa que apague el fuego que me quema
cuando tú estás a mi lado,
la brisa que me calma y me sosiega
traéte, de tu mano.

Caminos de otoño

Caminos de otoño, sin prisa, lo sé,
las nubes del tiempo quisieron volver,
pero están tranquilas y si llueve, tal vez,
me compre un paraguas transparente, para ver llover.

Caminos de cobre, historias de ayer,
resuena a lo lejos hasta un viejo tren,
y los pasos despacio van pisando, otra vez,
las hojas caídas de repente, casi sin querer.

Caminos mojados, el viento, vaivén,
reflejo en los charcos de lo que no fue,
y he comprado unas botas y al pisarlos, esta vez,
una voz en silencio ha susurrado, no te vayas, quédate.

 

Os dejo aquí mi última colaboración en Poémame 

¡¡Espero que os guste!!

Cuento rápido. La Flor

Pedro llegó aquella mañana cabizbajo, con la mirada perdida, como triste. El maestro se percató de ello al instante, ¿cómo podía estar aquel niño vivaracho y feliz tan triste aquella mañana? No pudo evitar preguntarte

-Pedro, ¿te pasa algo? ¿estás triste esta mañana?

-Sí maestro, respondió el pequeño con la cabeza agachada.

-¿Y podrás contarle a un viejo que te pasa?

-Pues que descubrí que el mundo es malo, muy malo.

-¿Y cómo es que has descubierto eso, Pedro?

-Esta mañana, al levantarme, oí a mi padre decir que había pasado algo y había muerto mucha gente. También vi a mi hermano llorar mientras le contaba a alguien por teléfono que había pillado a su novia con alguien, no sé muy bien lo que significa eso pero debe ser malo porque él lloraba mucho. Mamá habló con una amiga que le contaba que su marido le había pegado. En la radio decían algo de un cambio en el mundo que estaba haciendo que muchos animales desaparecieran y de camino al cole vi como un hombre malo le pegaba a un pobre perro, y como otro sucio y tirado en el suelo pedía dinero para comer y nadie le hacía caso. Ya sé porque mis padres dicen siempre eso de “calla, que no se entere el niño que luego tiene pesadillas”…no quiero ni imaginarme todas las cosas más que habrá en el mundo que ni siquiera me habrán contado…

El maestro, preocupado, miró por la ventana y vio como los campos de alrededor del colegio seguían tan sucios como siempre, pero cogió a Pedro de la mano y le pidió que le acompañase. Una vez fuera le dijo.

-¿Ves todo esto?

– Claro que lo veo, decía Pedro, otra cosa más mala en el mundo, la gente mala que ensucia el campo y no deja que los animalitos vivan tranquilos.

-Mira bien Pedro, allí, en el centro – indicó el maestro señalando una hermosa flor.

-¡Es una flor! – exclamo Pedro.

-Ves Pedro, hasta en la basura crecen las flores. Y son esas flores las que hacen que merezca la pena vivir.

Pedro frunció el ceño y observó de nuevo a la flor.

-Pero morirá entre tanta basura – dijo.

El profesor sonrió, se acercó a la flor, sacó una bolsa de su chaqueta y empezó a recoger la basura:

-No si otra flor la rescata y cuida de ella….

El pequeño sonrió también y ayudó al maestro a recoger la basura.

Ese día Pedro soñó con campos llenos de flores que desafiaban al mundo.