El reloj

Había un viejo reloj que sonaba como antaño,
el tic tac que iba midiendo el pasar del tiempo,
yo sentía todo el tiempo que habían robado
una parte de mi con aquel beso;

y, entre besos, el tic tac seguía sonando,
y sonaba el mismo son, pero de lejos,
y así, lejos, habían quedado madrugadas
que mendigaban «te quieros».

Hoy corría otro tic tac, aun más deprisa,
que entre risas trajo un día nuevos sueños,
pero aquel tic tac lejano perseguía
aún los días
y exiliados los recuerdos se perdían
y volvían aquella noche en que me acerqué al tictac…

Y me dijo otro tictac…
sigo corriendo…

Suave otoño

Y este sol que decidió quedarse
a vivir en estas playas,
roba el abrigo al invierno
que se asoma a la ventana;

la luna que se ha quedado
a recibir la mañana,
y yo deambulo en silencio
por las aceras mojadas;

y aunque se acerca el invierno
a tus playas soleadas…
este suave otoño vive
en el fondo de mi alma.

Tus ojos

Azul de cielo en tus ojos,
que me roban la mirada,
sonrisa eterna en tus labios,
que se clava en mis entrañas,
y esos brazos…
esos brazos que me atrapan.

Si me faltas, vida mía, se va contigo la magia,
por eso puedes llevarte mis noches y mis mañanas,
pues ya no hay días sin ti
ni despertar sin la calma
de tenerte aquí a mi vera
y hablarte, ya sin palabras.

Azul de cielo en tus ojos
que me roban la mirada
y te llevaste por siempre
mi corazón y mi alma.

Se acerca

El otoño se acerca,
con su vestido gris plata envolviendo las calles,
que se visten de hojas con el traje de un árbol.

El otoño se acerca,
se adormecen las tardes poco a poco sin tregua,
las mañanas despiertan con el grito de un niño.

El otoño se acerca,
el azul de los mares parece un espejismo al calor de los días
que escapan al propio otoño,
días efímeros, reflejo de un verano que se apura.

El otoño se acerca,
la rutina te agarra sigilosa la mano
y se va el sol cansado.

El otoño se acerca… irremediablemente.

Eres

Eres el día 6 de Enero para cualquier niño pequeño.

La copla canalla que estalla en Febrero.

La flor que nace en primavera en Marzo.

Esa madrugá en la Plazuela un Jueves de Abril.

Un Miércoles de Feria de Mayo.

El fin de curso de Junio para cualquier estudiante.

Un 7 de Julio para Pamplona.

Esa cerveza fría que te tomas en un chiringuito en Agosto.

Los reencuentros de Septiembre.

Un disparo de trabuco en la sierra a primeros de Octubre.

La calma de Noviembre.

El sol que calienta en pleno Diciembre.

Eres hilo que cose roturas. E

res libertad y sonrisa.

Eres vida.

Inma Villalobos

Hay playas al Sur

Y te diré,

que hay playas salvajes al Sur,

que son como el Sur cuando es bravo,

como el carácter del Sur,

cuando sacando los dientes ha luchado

porque ese Sur que ves tú,

que sonríe hasta apagado

es ese Sur que aprendió

a crecer, como ese árbol,

en el filo de un abismo,

con el corazón anclado

a la orillita del mar,

mirando al cielo, callado…

En una noche cualquiera

Hoy era un día cualquiera de un año que ya no importa,
la primavera asomaba como hoy, que el aire corta.

Era una noche sin luna que se perdía en tus ojos,
mi mirada se encendía,
se equivocaron tus labios
para sellar mi sentencia.

Hoy era un día cualquiera
pero aún recuerdo tus manos mientras mi alma temblaba,
y todos esos suspiros que me ahogarían después.

Hoy era un día cualquiera como otro día, sin más,
pero quisiste cobrarte los años sin respirar
cada vez que te acercabas,
yo cansada de esperar
sabiendo que no sería lo que pudo ser, sin más.

Y en una noche cualquiera aún llegas sin avisar,
y aún sigo sin comprender
porque viene a mi memoria un recuerdo del ayer
que solo es un espejismo de lo que no pudo ser,
como un relámpago, fuego, vuelves y te vas después.

Yo miro a un lado y doy gracias
de que no pudiese ser.

Colaboración de esta semana en Poémame

Microrrelato. Soledad

La vi sentada al filo de un banco. Sola. Mochila a la espalda. Parecía pasear su soledad de un sitio a otro. Llevaba zapatos blancos, ropa fresca de verano y un sombrero. Se sentó, comió, descansó y siguió su camino. La vi alejarse. La perdí de vista. Me pareció un fantasma por un momento. Y me pregunté donde iría. Y pensé…que era cierto…la soledad tenía nombre y forma de mujer. Y también…iba sola…

Soneto del mes de enero

 

Este mar de enero que sabe
a libertad por momentos,
que adormece el pensamiento
y hasta la razón si cabe;

que ya no hay soles, ni mares
que apaguen este escarmiento,
ni curen los sentimientos,
ni nos inviten a un baile;

pero aquí siento que el tiempo
se ha parado y nos perdona
y no son lastres las horas

y hay sol, y parece un cuento,
y sino es, me lo invento
si estoy contigo aquí, a solas.

 

Colaboración de esta semana en Poémame

Te miro

 

Te miro,

y lo cierto es que ya no se muy bien como mirarte,

si hacerlo con la nostalgia de quien perdió la infancia contigo

o hacerlo con el cariño de quien te tiene, a ratos, en la distancia.

 

Y a veces me sueño dormida en tus brazos,

con esa paz escondida que me regalas,

y temo tu abrazo, tu noche infinita,

tus sueños perdidos, tus rosas marchitas,

y temo, quizás, querer quedarme contigo,

volver al pasado, de días sin abrigo;

 

y puede que tema perder el ahora,

los sones que marca este mar que, escondido,

me salva de sueños rotos, me enseña otros,

me dicta sentencia en la arena del olvido,

me calma, me atrapa, me suelta de nuevo,

se lleva mi alma sin más, mis días heridos…

 

Pero ahora que lo pienso,

a ti cuando te miro,

tampoco sé muy bien como mirarte,

si hacerlo con el coraje de quien se hizo grande a tu lado

o con el miedo a que un día, tú también, te me escapes de la manos.